miércoles, 25 de mayo de 2011

Actividad Bloque IV: Toda clase de pieles.

Toda clase de pieles



El cuento que voy a adaptar se llama “Toda clase de pieles”, es un cuento de los Hermanos Grimm. Irune realizó en clase un cuencacuentos sobre este cuento, tiene función expresiva propia.


Comenzare con la adaptación:
Había una vez, hace muchos muchos años, en un lejano país había un rey tigre y una reina tigresa eran rápidos, fuertes y muy guapos. El tigre era el más rápido de la selva y todos le admiraban y respetaban, la tigresa era preciosa, amable y muy cariñosa con todos los habitantes de la selva, ambos estaban muy enamorados y eran muy felices.

El único problema que tenían es que llevaban ya unos años casados, habían querido tener cachorros, pero la tigresa no se quedaba embarazada, el tiempo pasaba y la tigresa seguía sin quedarse embarazada. Los reyes de la selva estaban muy tristes, el no poder tener cachorros era lo único que empañaba su felicidad, ya que tampoco tenían un heredero de la selva.

Un día la tigresa se quedó embarazada, todo fue alegría, se hizo una gran fiesta en la selva y después de nueve meses la tigresa dio a luz una cahorrita, tanto la reina como el rey estaban encantados con su hija.

Pero la reina tigresa había tenido un parto muy complicado y sabía que no le quedaba mucho tiempo en la tierra y se tenía que ir al cielo para siempre, le dio un gran beso a su amado y le pidió que cuidara mucho de su tigrecita, que la quisiera, que la tuviera presente pero que no se quedase solamente pensando en ella, que debía volver a casarte, que era todavía muy joven, que tenían una tigrecita pero quizás podía tener también un tigrecito que fuera el heredero, pero sólo le iba a poner una condición que la tenía que cumplir si o si, la condición era la siguiente, si el rey tigre se casaba algún día tenía que casarse con una tigresa más amable, preciosa y cariñosa que ella, el rey le dijo que no se preocupara por eso y que descansara antes de marcharse.

Cuando la reina se marcho al cielo, el rey tigre se puso muy triste porque estaba muy enamorado de su esposa, se consolaba cuidando y jugando con su cachorrita.
Fueron pasando los años y el tigre no quería casarse, la cachorrita iba creciendo, era una tigresa muy muy bella e inteligente, toda la manada estaba muy contenta con ella, pero los leones y leopardos, le decían que debía volver a casarse ya que la selva necesitaba una reina para tener más cachorritos.
El tigre aunque no tenía ganas empezó a pensar seriamente lo de casarse y finalmente decidió casarse. Hizo llamar a todas las tigresas de la selva, pero estas tenían que ser mucho más preciosas, amables y cariñosas que su esposa, pero por mucho que miraba a las tigresas ninguna valía. El tigre ya se había hecho a la idea de que se iba a casar y como las hembras de su selva no le gustaban, hizo investigar en otras selvas próximas a la suya, pero ninguna era más guapa que su esposa.
El tigre estaba desesperado ya no sabía que hacer había buscado entre todas las selvas próximas a la suya, así que decidió buscar en todas las selvas del mundo, pero no aparecía ninguna tigresa más preciosa, cariñosa y amable que su esposa. Siguió pasando el tiempo y el rey no encontraba reina para su selva. Con todas estas búsquedas la cachorrita se fue haciendo mayor, ya era toda una jovencita muy hermosa.
 Un día de camino a cazar la cena, el rey tigre observó a su hermosa cachorra que ya era toda una tigresa, el rey se paró a pensar vio que era incluso más preciosa que su madre. Padre e hija cazaron su cena y cuando terminaron de cenar se fueron a cueva a dormir.
El rey dando vueltas por su cueva pensó que el destino había querido que se casara con su cachorra.
 Al día siguiente cuando se despertó la cachorra la mando llamar y la dijo que se tenían que casar, que así lo había querido el destino y que era la tigresa más preciosa que su madre y de todas las selvas del mundo. Así que eso quería decir que se tenían que casar. La cachorra le dijo que no, que eso no era lo normal entre un padre y una hija, que ellos pertenecían a la familia de los tigres, que no eran monos ni cebras que se casan unos con otros, que eso no podía suceder ya que ellos eran los dueño de la selva y no podían dar esa imagen. Además le dijo a su padre que lo más probable es que quisiera cachorritos y ella no estaba dispuesta a ser la madre de sus hermanos, aún así con todos estos argumentos el rey no entraba en razón y únicamente deseaba cumplir los deseos de su esposa y tener descendencia.
Cuando la cachorra vio que no había más soluciones que casarse con su padre, para ganar tiempo le pidió varios regalos de pedida, quería una corona tan dorada como el sol, una corona tan plateada como la luna y una corona tan brillante como las estrellas y el rey tigre aceptó.
La tigresa pensó que de esto modo iba a tener ocupado a su padre unos cuantos años y la idea de casarse se le iría de la cabeza.
 El rey mandó llamar a sus consejeros,  los leones y los leopardos, y les mando buscar el oro más brillante del mundo para hacer una corona tan dorada como el sol, buscar la mejor plata del mundo para hacer una corona más plateada que la luna y buscar diamantes para hacer una corona tan brillante como las estrellas.

Pasaron tres años y los consejeros lograron tener los tres regalos, el rey mandó llamar a su hija y se los enseñó. Los regalos era maravillosos, únicos y especiales nadie más en todas las selvas del mundo los tenía.

La tigresa al ver que su padre había conseguido todos los presentes, le dijo que quería una última cosa, quería un regalo de boda. El regalo era un abrigo hecho con toda clase de pieles, debía de tener un trocito de cada una de las pieles de animales que existen en todo el planeta, e incluso de tigre, la cachorra pensó que su padre se negaría a sacrificar a un tigre por un trozo de su piel, únicamente por un capricho, pero el rey aceptó y sacrificó a todos los animales e incluso a un miembro de su manada.

Mandó llamar a los leones para que cazaran a todos los animales y a los monos y chimpancés para que cosieran el abrigo.

Un año después el rey tigre mandó llamar a su hija y le enseñó el abrigo que era absolutamente maravilloso, un abrigo raro, diferente, pero increíble, era un abrigo con mucho cuero para coger todas las telas, por arriba y atado alrededor de la cabeza se ajustaba, luego llevaba muchísimo vuelo por el lomo, las mangas le cubrían las cuatro patas y la capucha era casi hasta la cola, se podía tapar por completo si quería.

La tigresa cuando vio el abrigo se desesperó, estaba a punto de cumplir dieciocho años y su padre seguía convencido de que se tenían que casar, pero esta por mucho que le quisiera no iba a ceder, así que no tenía otra opción que marcharse de la selva junto con todos sus regalos. Metió en un saco su corona tan dorada como el sol, su corona tan plateada como la luna y su corona tan brillante como las estrellas, y se colgó del cuello una cadenita de oro que tenía tres recuerdos: una esmeralda de su madre, una hoja de un árbol que le encantaba de su selva y un anillo que le regalaron al nacer. Por último se puso el abrigo de toda clase de pieles y se fue de su selva.

A partir de entonces su vida fue muy dura ya que en su selva siempre había estado muy cuidada, muy atendida y siempre había tenido a muchos animales pendiente de lo que hacía. Como siempre iba a cazar con su padre o con algún familiar y le decían lo que tenía que cazar ella sola no lo sabía muy bien y tenía que tener mucho cuidado con lo que comía ya que no sabía que animales la sentaban bien y cuales no.

 Al cabo de unas semanas la tigresa estaba muy delgada y muy sucia, dormía en sitios ocultos, en huecos de árboles para que no la viesen y hasta ya sabía que animales la sentaban bien y los cazaba ella misma para poder sobrevivir.

Todos los días andaba porque no sabía si ya había salido de su selva y dejaba huellas  para ver que no estaba caminando en círculos. Cada vez que oía ruidos de animales que cazaban o que simplemente pasaban por allí se escondía para que no la encontrasen.

La tigresa estaba muy sucia, pero seguía conservando sus líneas y sus manchas perfectas en el lomo tras muchos años de cuidados especiales ya que era la princesa de la selva.

Un día escuchó a animales que iban de caza, se escondió en un gran agujero que encontró en un árbol y se tapó con el abrigo de toda clase de pieles por miedo a que la estuvieran buscando. Entonces escuchó que cada vez los pasos se acercaban más y vio que había una pantera que cada vez se acerca más al árbol donde ella estaba escondida, así que la pantera puso la zarpa encima del abrigo de toda clase de pieles y se dio cuenta de que no era la piel de un único animal, llamó a un gorila que iba con él y este levantó el abrigo y la preguntó que quien era, ella le dijo que no sabía quien era que no se acordaba, que era un pobre animalito de la selva y que la dejara tranquila, pero la dijo que no le parecía bien que una hembra tan descuidada se quedará sola en la selva sin ningún macho que se fuera con él que era amigo del príncipe de la selva más cercana. El gorila llamó al príncipe que también era un tigre este la vio tan descuidada que la preguntó que quien era, ella volvió a repetir que no lo sabía, la preguntó de que selva venía y ella le respondió que no lo sabía, que no se acordaba de nada.

El príncipe tigre la dijo que tenía que ir con él que no la iba a dejar sola en la selva, que en su reino ya la encontraría algún oficio. La tigresa se puso a llorar pero por más que la consolaba el príncipe no podía parar.

Cuando llegaron al reino la preguntaron que sabía hacer, pero ella seguía igual diciendo que no recordaba nada, que no sabía hacer nada, el príncipe la mandó a cargo de la caza para que fuese aprendiendo a cazar y a traérsela a la manada.

El encargado de la caza del reino era un guepardo mayor, cariñoso y un poco refunfuñón. Al principio la tigresa se quejó pero poco a poco fue aprendiendo más de lo que había aprendido ella sola en la selva.

Todos los días al salir de su cueva la tigresa se restregaba en la tierra para que sus manchas y líneas parecieran más oscuras, de ese modo su piel no parecía tan clara y así pasaba desapercibida por la selva. Pero siempre que podía observaba al príncipe tigre. Muchas veces le tocaba ir a por los restos de la comida a la cueva del príncipe y cuando levantaba la cabeza observaba lo bello que era. Siempre pensaba que era una lástima ya que ella era la princesa de su selva y se podía haber casado con un príncipe tan rápido y hermoso.

Pero en este reino todo el mundo la conocía como toda clase de pieles ya que nadie sabía su nombre y no sabían de donde procedía.

El tiempo fue pasando ya había pasado más de un año y aprendió a cazar como un cazador experto, se relacionaba con más tigres de la manada y otros animales de la selva. Todos la querían mucho porque era una tigresa muy amable y cariñosa. La seguían llamando toda clase de pieles, porque siempre que salía se ponía su abrigo de toda clase pieles.

Los padres del príncipe decidieron que su tigre ya tenía la edad y la experiencia para encontrar a una tigresa, así que decidieron realizar unas fiestas en la selva, en las que el tigre iba a tener la oportunidad de conocer a otras tigresas bellas y valientes.

Toda clase de pieles pensó que todo era una pena, porque si su madre no se hubiera ido al cielo, podría haber sido otra candidata más de todos los reinos de la selva.

Llegó la primera de las fiestas y ella se tuvo que ir a cazar toda la comida para los invitados. Después de la cena cuando ya estaban todas las sobras de la comida recogidas, le preguntó al guepardo que si la dejaba ir un rato a ver la fiesta. El guepardo  como era un poco refunfuñón empezó a poner pegas, pero luego la dejo ir un rato, ya que luego tenía que ir a cazar un animal para la cena del príncipe.

Toda clase de pieles, salió corriendo, se lavó en el río se quitó la suciedad de las manchan y líneas de su piel y se puso la corona tan dorada como el sol.

En el momento en el que entró en la fiesta todos los animales se la quedaron mirando. En cuanto el príncipe la vio dejo a la tigresa con la que estaba paseando y se fue corriendo hacia ella. La pidió dar un paseo, juntos se entretuvieron muchísimo. Cuando toda clase de pieles se dio cuenta de que la fiesta ya estaba terminando le dijo al príncipe que se tenía que ir.

Se fue corriendo a su cueva, se restregó con la tierra de la selva y se quitó la corona tan dorada como el sol. Se fue a donde estaba el guepardo y este estaba bastante enfadado ya que era muy tarde y no había ido a cazar la cena del príncipe. Así que la mandó a cazar un animal y llevárselo al príncipe.

Cuando ya tenía al animal cazado se quitó la esmeralda que llevaba colgada en su cadena de oro y la puso en la boca del animal que iba a cenar. Se lo llevo al príncipe y se marchó. El príncipe se dio cuenta de que era el animal más rico del mundo. Cuando estaba terminando de comérselo vio que había una esmeralda en la boca del animal, la limpió y se la guardó. Se fue a donde se encontraba el guepardo y le preguntó que quién había cazado a ese animal tan rico y el guepardo le dijo que había sido él.

El príncipe se marchó a su cueva y el guepardo llamó a toda clase de pieles y la preguntó  cómo había cazado al animal, y esta le dijo que como siempre.

Al día siguiente se levantó muy pronto para ir a por la caza de la segunda fiesta, le volvió a pedir al guepardo que la dejara ir un rato a la fiesta, este puso pegas al principio pero finalmente la dejó. Así que se marchó corriendo rápidamente a su cueva se lavó en el río y se puso la corona plateada como la luna.

Cuando entró en la fiesta el príncipe la estaba buscando y cuando la vio fue corriendo junto a ella. Estuvieron hablando mucho tiempo, aunque toda clase de pieles no le decía nada sobre ella.

 Poco antes de terminar el baile toda clase de pieles se despidió del tigre. Entró en su cueva, restregó en la tierra de la selva, se quitó la corona plata tan brillante como las estrellas y se fue a donde la esperaba el guepardo. Este la mandó a cazar el mismo animal que cazó la anterior noche para la cena del príncipe.
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Una vez cazado el mismo animal toda clase de pieles colocó en la boca de este la hoja que tenía de su selva. Se lo llevo al príncipe tigre y este se comió al animal dándose cuenta que en la boca había una hoja preciosa, así que la limpió como pudo y la guardó.

Fue corriendo a donde estaba el guepardo y le volvió a preguntar que quien había cazado a ese animal y el guepardo le volvió a decir lo mismo que la anterior noche.

La tercera noche se realizaba la última fiesta, todas las tigresas de los reinos se habían puesto sus mejores galas.

Cuando llegó la noche toda clase de pieles le volvió a pedir al cocinero que si la dejaba ir a la fiesta y este la dejó.

Toda clase de pieles se fue corriendo a su cueva, se lavó en el rio, y se puso la corona tan brillante como las estrellas.

En el momento que entró en la fiesta todo el mundo se la quedó mirando.

El príncipe tigre se fue a por ella y aprovechó para colocarla un anillo en la pezuña sin que se diera cuenta. Ella le dice que se tiene que marchar, por lo que salió corriendo como las anteriores noches.
Cuando llegó a su cueva se volvió a restregar con la tierra de la selva se quito la corona tan brillante como las estrellas y se fue a cazar el mismo animal que las anteriores noches y le colocó en la boca el anillo que ella tenía colgado en su cadena de oro.
Una vez que estaba todo listo fue a llevárselo al príncipe, pero este la dijo que se quedara en la cueva mientras cenaba. El príncipe sacó el anillo de la boca del animal y la preguntó si sabía algo del anillo.
El príncipe tigre la cogió la pezuña y le enseñó el anillo que le había colocado y la dijo que el que él tenía era la pareja del suyo, que sabía desde el primer momento quien era, que estaba enamorado y que se quería casar con ella.
El príncipe tigre y la princesa tigresa se casaron y tuvieron muchos cachorritos.


1 comentario:

  1. Te ha salido larguísimo para infantil y, aunque sean animales, no puedes mantener el incesto.

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